Artículo de opinión de Lola Alba
El Ayuntamiento de Alcoy está lanzando señales de alerta sobre su delicada situación económica que preocupan y son lo suficientemente contundentes como para que cualquier Gobierno mínimamente responsable tomase medidas para evitar consecuencias que afecten en el futuro a los alcoyanos, tales como subidas de impuestos o impagos a proveedores. Las cifras que son muy preocupantes y sorprende la pasividad del gobierno municipal, que encima presenta estas cifras como positivas para la ciudad.
El dato más alarmante es el del remanente de tesorería, negativo por tercer año consecutivo, lo que indica claramente la deriva del Ayuntamiento. El remanente, agujero, para entendernos, es el resultado de restar lo pendiente de pago (obligaciones) al dinero que se tiene y al pendiente de cobro (derechos reconocidos) y se ha triplicado en un solo año. El Ayuntamiento cerró el presupuesto del año pasado con un agujero de 2,4 millones de euros. Y si a ese agujero le sumamos las facturas en el cajón (703.779 euros), que no se contabilizan al cierre presupuestario, llega a los 3,2 millones de euros.
Es incomprensible que el Ayuntamiento presente números rojos cuando tiene pendientes de ejecutar proyectos por valor de 13 millones de euros, la mayor parte de ellos a pagar con dinero de préstamos bancarios que el Ayuntamiento ha ido ingresando religiosamente cada año. La experiencia indica que lo lógico es que no haya dinero cuando los proyectos se han ejecutado. Pero no cuando están todavía por hacer.
El pasado año, según la liquidación, el Gobierno socialista de Antonio Francés solo gastó el 14,4% de todas las inversiones previstas: 4,5 millones de los 31,6 presupuestados tras todas las modificaciones presupuestarias introducidas a lo largo 2021. Resulta evidente que ese dinero ingresado para inversiones ha acabado destinado a pagar gastos corrientes. Así lo revelan los datos: del préstamo de 4,9 millones contratado el pasado para inversiones, solo se utilizaron 2,9 millones.
La consecuencia de esta práctica es la formación de una pelota, es decir, que los siguientes préstamos son necesarios para tapar el agujero provocado por el inadecuado uso de los anteriores. Esta situación es de riesgo máximo porque si el Ayuntamiento no ingresa el crédito bancario se verá abocado a suspender pagos y, por tanto, dejar en la estacada a cientos de empresas y familias.
Aparte del remanente, el Ayuntamiento ha ofrecido otros síntomas alarmantes durante las últimas semanas, en ambos casos por la situación límite que impide aumentar el endeudamiento municipal. Por una parte, la imposibilidad de recurrir a un préstamo obliga al Gobierno de Francés a financiarse a través de la empresa que gestiona la basura para poder pagarle a esa misma empresa la indemnización de 3,1 millones de euros resultantes de haberse negado durante años a actualizar los precios. Ahora hay que pagarlo de golpe y el Ayuntamiento debe aceptar pagar a la empresa un interés del 5% cuando los intereses que ofrece el Ministerio de Hacienda están entre el 0 y el 0,5%. Resultado: los alcoyanos vamos a pagar 400.000 euros de más que podríamos ahorrarnos de tener un Ayuntamiento
saneado y poder recurrir a los préstamos públicos del ministerio.
Por otra parte, la situación ha llegado a un punto en el que para poder concertar el préstamo para inversiones en 2022 el Ayuntamiento se ha visto obligado a cancelar créditos anteriores. Ha tenido, literalmente, que soltar lastre. Esta operación es de suma importancia, porque como ya he avanzado, si no hay nuevo préstamo, no se puede tapar el agujero y el Ayuntamiento cae directamente en la quiebra y en los impagos.
Asumí el área de Hacienda en el año 2000. En aquel momento, gracias al buen trabajo de los grandes profesionales del Ayuntamiento, fuimos capaces de remontar una situación económica crítica y de poner en marcha importantes proyectos para Alcoy. Estoy convencida de que los funcionarios están plenamente capacitados para volverlo a hacer. Solo falta un Gobierno que les escuche y que, lejos de caer en el autobombo y la autocomplaciencia, reconozca que el escenario económico es muy complicado y adopte medidas para sanear las cuentas y sacar a Alcoy de la parálisis que padece desde hace una década.
Por Lola Alba, concejal de Hacienda entre 2000 y 2007