Artículo de opinión de Paula Domínguez
Que bonito es el amor, sin quererlo es algo que está presente en nuestras vidas y que provoca que nuestro alrededor se tiña de un rosa y una euforia que arrasa con todo. Quién no ha sentido esas mariposas en el estómago, el soñar despiertos durante el día pensando en esa persona tan especial, esperar con ansia la llegada de su mensaje para posteriormente sonreírle a la pantalla. Pero poco tiene que ver el enamoramiento con el amor, no pretendo ni soy una experta en el tema (ni mucho menos), tan solo soy una adolescente que no sabe muy bien qué es el amor, pero tengo claro qué no es.
Desde pequeños nos rodean con estereotipos de lo que debería ser el amor, nos venden el cuento idealizándolo, creándose así unas expectativas que luego vemos que no se cumplen.
Libros, poesías, canciones ….”Sin tí no soy nada” “Eres mi media naranja” “Me haces falta” Sin tener la experiencia ya nos venden creencias, y lo cierto es que en el camino todo el mundo quiere amar y ser amado, pero también hay que amar nuestra soledad. Estar bien con nosotros mismos es el primer paso para estar bien con los demás, porque: ¿Cómo vas a dar algo que no tienes? ¿Cómo vas a amar pues a alguien si no te amas a tí primero? No somos una media naranja que necesita de otra para estar completa, tampoco necesitamos de la atención del otro para ser feliz. El amor no es ningún negocio de “yo te doy tú me das”, o “yo te complemento y tú me complementas”, porque ¿qué van a darse dos mendigos emocionales?, ¿qué van a pedirse el uno al otro?. El amor no es un negocio, pero las relaciones son una negociación.
Películas de Hollywood en donde los protagonistas se enamoran y vivieron felices y comieron perdices, pura ciencia ficción, porque el verdadero amor está lleno de dramas. El enamoramiento, pues claro que pasa, pero lo importante viene después, y es lo que nunca se muestra en las películas: el amor.
El enamoramiento tiene fecha de caducidad, hay que aplicarle inteligencia al corazón y quitar del pedestal ese amor romántico falso que tenemos. Aquello de enamorarse es una ilusión, una mentira y esto es lo que más nos toca: en toda ilusión hay una desilusión. Es una droga, una subida que luego baja y por eso sufres, porque al fin y al cabo el origen del sufrimiento es el deseo. El enamoramiento es pura locura, enamorarse nos vuelve locos, de ahí que muchas personas se enamoren del enamoramiento, esa euforia de la que hemos estado hablando al principio; del proceso en sí .En cambio el amor es cuando te importa
más la felicidad del otro y por eso mismo es desinteresado. El amor es tiempo y atención, si éstos crecen crecerá el amor. Aprendamos a amarnos, y no nos enamoremos.
Cuantas veces decimos “te quiero” y que pocas veces decimos “te amo”. Pueden parecerse pero aunque los utilicemos como sinónimos no lo son. Querer es necesidad: la necesidad de sentirse necesitado. Eso nos llena pero no es amor, es querer, y el amor como ya he comentado, no necesita poseer porque no es un negocio de intereses. Cuando le decimos a alguien que lo queremos mucho esperamos una respuesta, que nos diga que él también nos quiere, pero cuando a una persona le dices que lo amas no esperas ninguna respuesta ni nada a cambio. Así que querámonos menos y amémonos más. El amor cuanto más lo necesites, menos lo encontrarás porque el amor acontece.
Ama la vida y vive el amor.
Paula Domínguez
estudiante de 1º de bachillerato